El primer argentino en egresar en ese posgrado en una de las universidades más prestigiosas del mundo. Sus metas e historia de vida.
Una mañana de noviembre de 2011, Leandro Grimaldi Bournissaint llegó a la redacción de El Litoral. Algo trémulo, emprolijado y con sus mejores ropas, agenda en mano, con educación y respeto pidió ayuda: el joven médico (25) egresado de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) había obtenido una beca de posgrado para estudiar en la Harvard University (EE.UU.), pero no alcanzaban los medios económicos para viajar y una nota en el diario le vendría bien. Su pedido fue publicado.
Luego la suerte (o mejor, la empecinada insistencia por un sueño) abrió la oportunidad. Logró reunir los fondos, y hasta se entrevistó con la presidente de la Nación. Sacrificó sus afectos de toda la vida, las humildes pero propias postales de su barrio natal (Barranquitas), el mate cocido y los bizcochos calientes por la mañana. Se despidió tristemente de sus viejos, tomó sus maletas y se fue a los Estados Unidos. “Se me va la vida tras este sueño”, habrá pensado en el avión. Y llegó a la mítica Universidad de Harvard.
En Harvard, en algunas clases, si un alumno llega más de 60 segundos tarde del horario programado, ya no puede entrar más. El nivel de exigencia es abrumador: demanda horas y horas de estudio. Pero Leandro no se dejó intimidar. Terminó la maestría en apenas un año y se convirtió en el primer argentino en recibirse de la Maestría en Salud Pública de Harvard, hace dos semanas, luego de rendir el último examen final. Nada menos: el pibe nacido en Barranquitas conquistó una de las mecas del saber mundial.
Emoción contenida
“Lo más glorioso y valioso, más aun que ese papel que es mi diploma, fue ver a mis padres sentados en el auditorio durante la ceremonia de graduación (que fue el miércoles pasado). También pensé en todo lo que debí dejar atrás, en mis amigos y afectos de Santa Fe, para luchar por esto”, dice con la emoción aflorando en un llanto Leandro Grimaldi a El Litoral, en una entrevista telefónica. “A la catarsis la hice -se confiesa-, pero soy de los que piensan siempre mirando para adelante”.
Admite que recién ahora le está “cayendo la ficha”. Es que todo pasó demasiado rápido: “Es el momento de reflexionar sobre lo que me costó llegar hasta aquí, todo el sacrificio que hice. Pero no puedo parar, hay muchas cosas por hacer”. Desde el fondo de la comunicación telefónica se escuchaban bufidos de máquina. Grimaldi estaba viajando en un tren rumbo a Nueva York. Allí daría unas charlas a las que fue invitado.
A la maestría la cursó y terminó en un año. Por lo general las maestrías duran dos. “Yo había tomado clases antes (en primavera, que es el período de receso en las academias de Estados Unidos, y en invierno) y la pude concluir en el marco de un programa intensivo de un año académico”.
Harvard, una instantánea
“Es gigante Harvard, gigante. Estamos hablando de muchas escuelas y de miles de alumnos. Y lo más interesante es la diversidad cultural. De los alumnos que estaban en mi escuela, había 50 países representados. Entonces llegás a conocer muchas culturas, muchas formas de ver el mundo, muchas experiencias de vida. Eso es muy enriquecedor”, cuenta el joven, hoy de 28 años.
Sobre el nivel de exigencia académica, “en Harvard es extremadamente alto. Hay mucha seriedad en todas las actividades académicas y profesionales, de la más simple a la más compleja, algo que realmente me sorprendió mucho. La adaptación no me costó tanto. Pero debí acostumbrarme a un nivel de exigencia y de profesionalismo muy arduo”.
Grimaldi no quiso comparar ese nivel con el de las universidades argentinas. “Yo soy un agradecido de la educación superior pública en mi país. Creo que los argentinos tenemos un sistema universitario fantástico”, ponderó el médico y ahora magíster.
Su meta de formación es hacer un doctorado, que es el máximo nivel académico al que se puede aspirar. “Llegado el momento, me lanzaré a hacer el doctorado. Hay muy buen nivel académico, pero si llegué hasta aquí, puedo dar un paso más hacia adelante”, dice, con la seguridad de que nada, nada lo detendrá.
Fuente: ElLitoral.com